Cada vez que se acerca
un tipo de acto político en Venezuela sucede más tóxico, se lleva a cabo en
medio de un odio que brota al desigual. Todo
lo que sucede en esta Venezuela
panfletaria y maniquea dejará en el país unas heridas que no sanarán en
un buen tiempo.
Desmotivados aún por las panfletarias Cadenas
Nacionales del mandatario nacional. Decepcionados
por la vergonzosa imagen internacional que muchos países intentan proyectar de los venezolanos. Cargando
con la ingrata realidad que te carcome el día: luchar para conseguir alimentos, medicamentos, y
luego correr para que no te roben en la calle; caminar de prisa con la idea de
tratar de verte afectado emocionalmente por lo jodidos que estamos, niños,
adolescentes y adultos que piden comida,
que van rebuscando en la basura; largas colas en la panadería desde la 4 de la
mañana; desnutrición de niños. Así
afrontamos el tembloroso septiembre que llega en medio de fuertes
sanciones económicas tomadas en
principio por el gobierno de los EE.UU. Por un lado, van los que viven en un
país (imaginario) donde pareciera no pasara nada, indiferentes ellos, que siempre intentar echar la culpa de todos
los problemas del país a los demás países, del otro lado están los que se
niegan a callar sus voces frente a tanta decadencia y crisis, nosotros los que
apostamos por una mejor Venezuela, una donde no se permitan esas campañas de intimidación
para silenciar la voz del que piense diferente.
Ellos (Chavistas), en su ya podrida y
panfletaria política de improvisación, van desbancando entre el país recónditas
lesiones que tardarán en sanar. A medida que se acerca este 2018, la política y
el diálogo en medio de una sociedad de
sordos crece y se hace cada vez más evidente, alimentada a base de propaganda
que divide, discursos llenos de odio, teorías
conspirativas emanadas principalmente por el presidente y un sinfín de acciones
que va envenenando a los venezolanos.
Ella la maldita indiferencia.
Acabadas las protestas por el autoritarismo
del Gobierno Nacional, cansados y desilusionados hasta de la misma oposición.
Ahora son pocos los que muestran su inconformidad, a
muchos les gana el costumbrismo, con caras largas se ven a miles de venezolanos
esperando y aferrándose solo en la fe en
que un día caerá el gobierno de Maduro. “Si
tú no dices nada y no quieres que yo exprese lo que siento es que no quieres
algo mejor”, eso le gritaba una señora a
otra en la larga cola de una panadería en la Urbanización del Pinar del Paraíso. Qué verdad tan triste.
A los que siguen
diciendo “sí” a todo lo que dice el gobierno.
¡Cuidado! Al dejarse llevar y manipular por
esa peligrosa idea que puede suponer un ideal, al tratar de hacerse creer los
dueños únicos de la verdad y más allá de eso creerse superior y andar por ahí
con la terrible idea de hacer distinción entre “buenos” o “malos”, esas
acciones no ayudan en lo absoluto a la sociedad, a Venezuela en general. Si los
“chavistas” cuando alegan que los líderes opositores solo quieren las
riquezas de Venezuela no aclaran que ha
pasado con esas riquezas todos estos años que los líderes chavista a estado
pegado a esa teta. En fin, entre “ellos” y “nosotros”, y toda esa maldita
indiferencia hay muchos caminos, entre ellos está el que sigue amañado a la
turbia Asamblea Nacional Constituyente y por otro lado, está esa manera de buscar la forma de que haya un referéndum
para estimular la participación de todos los venezolanos. Mientras tanto todo
va de mal a peor.
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