La
Venezuela que yo quiero, la que deseo
cada mañana, cada día y en cada comienzo, no está representada ni en la
largas colas de los aeropuertos con venezolanos queriendo salir de su país
ni con las calles llenas de unos cuantos
grupos vestidos de rojos imitando la “felicidad” , ni muchos menos con la caras largas de esos funcionarios públicos que asisten obligados a
marchar para no perder su empleo, y así, puedo continuar con una larga lista de
cosas que hoy ponen a una distancia gigantesca a esa Venezuela que quiero.
En la patria que anhelo no debería haber
tantos niños a merced de la calle. No se es indiferente ante un problema que
debería preocuparnos a todo. En esta Venezuela no se debe ver como algo normal
a infinidades de personas de todas las edades rebuscando en la basura, no sería
gusto. Este país, que se me antoja con unas ansias arrolladoras, es libre; libre de transitar, donde
las palabras, ideas, y cada una de las diferencias se han respetadas. Ésta
Venezuela soñada no conoce de escasez y
hambre, acá se habla de igualdad en oportunidades. Aquí no hay etiquetas, esas
como “Chavistas” o “Escuálidos”, culpables ellas de tanta división entre
hermanos.
En
esta Venezuela no se obliga a nadie a
pensar igual al otro, no se persigue o encierra por tener la idea de algo distinto, acá se deja libre la iniciativa de pensar diferente. Aquí se
escucha y respeta las voces de millones de personas; esas que
hoy están cargada de gratitud, de la lucha y el esfuerzo (aunque muchos no lo
quieren entender).
Deseo un país donde la justicia social enunciada
en empleo, es decir, trabajo y para
todos con un igual de oportunidades, donde todos puedan tener su casa para que
cada quien disfrute de su hogar
tranquilo, comida en abundancia, donde cada una de las personas pueda acceder a ella
sin ningún tipo de problema, salud para que todos puedan gozar de una buena
vida, educación, esta le dejo como primordial para el desarrollo de la vida,
para que cada quien se presente según su tradición y pensamiento del mundo.
En
esa Venezuela nadie deja de lado la
libertad de disfrutar de un rico amanecer, del dormir, del juego infantil, del
paseo matutino, del deseo de salir hasta tarde, de caminar las plazas sin
miedo, acá nadie se conforma.
Esa
es la Venezuela mía, la que quiero y por la que lucharé.
Por Neptalí Colina
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