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viernes, 25 de agosto de 2017

Un millennial en tiempos chavistas



Nací en 1991 y para cuando Chávez tomó las riendas del país estaba muy niña, no sabía siquiera que algo se llamaba política. Aprendí lo que significaba esa palabra con el paso de los años y su continua repetición en boca de muchos. Luego, des-aprendí aquello porque a través de las distintas lecturas, me di cuenta  que aquello que escuchaba no siempre era correcto. Se habló de un marxismo mal interpretado la mayoría de las veces y se repitió por mera propaganda frases de Simón Bolívar quitándoles su verdadero significado.


                                          

Crecí escuchando el himno nacional todos los días en un país que se llama República Bolivariana de Venezuela pero que de bolivariana le quedó el nombre, porque el contenido, el real contenido bolivariano se desvaneció en promesas sin cumplir. ¿Qué pasó con aquello de ser un país potencia en todos los sentidos y de mostrarnos sólidos en aspectos como la economía, la educación y la cultura? Respondo desde mi condición de millenial, fue mentira. No existió tal marxismo, no existió tal socialismo y mucho menos un bolivarianismo. Fue propaganda y panfleto  que apeló a la emoción de sus seguidores, fue una estrategia para obtener poder y mantenerse en él.   


Algunos dicen “Chávez nos enseñó a ver la política”, pero pareciera ser, después de leer a teóricos de la política, que el señor enseñó politiquería o cursilería política y la misma fue tan bien acogida que hoy, muchos son adeptos de ella a capa y espada o como diría Maduro "Con el fusil al hombro". Si es cierto que aprendimos de política por el devenir del país en 18 años, pues a futuro aprenderemos de economía por los mismos acontecimientos, que de continuar como estamos, será un aprendizaje a la fuerza.

                                      

Hoy nos toca a los jóvenes y no tan jóvenes des-aprender, des-mentir y des-montar las estrategias de un movimiento falseador de la realidad para descubrir, aprender y construir una nueva ciudadanía y una manera distinta de hacer y sentir la política, pero esto es posible solo a partir de la auto-crítica y de una actitud amigable con la duda. 

Heisy Mejías

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