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martes, 11 de octubre de 2016

EL AYER YA NO MOLESTA TANTO...


 De pronto crecí, hace poco dejé atrás un poco de cosas que parecían importarme. Luego de un tiempo comencé a ver las cosas desde otra óptica, ya algunas cosas no son tan fáciles, o no como las veía antes, cuando no era más que un niño. Recuerdo que anhelaba crecer rápido. La vida es así. Lo cierto es que hoy tengo ganas de vivir con fuerza de hacer las cosas que quiero. No tengo miedo, quizás solo complejos.

 El ayer ya no me duele tanto, creo que eso es bueno, quizás reconforta la vida misma.   

 Sin embargo, el ayer pasó como vemos, luego solo echas la vista atrás y de pronto se vuelve reconfortante entender que diste todo lo que pudiste, que fuiste un campeón por dar lo mejor de ti y que tenías demasiado que manifestar, más no aprovechaste tu ocasión o simplemente no se detuvieron a dártela. Ante esas cosas, lo más importante es dejar el ayer de lado, dejar atrás lo bueno y lo malo, apartar las piedras en el camino de la vida,  frenar un poco, para no agotar el combustible de las ganas, esa que nos permite tener la motivación constate para  poder avanzar.

  No he vivido mucho, tal vez muy poco, pero en todo caso, hoy sé que la mejor opción para evitar que el ayer nos siga lastimando es dejar cada borrón, tachones  y cumplidos  en un rincón donde solo nos ayude a ver lo que hemos logrado (sin recompensas). La vida vale más que cosas materiales y esteriotipos que la sociedad se ha encargado de presumir como esenciales para poder conseguir la felicidad. Dejar el ayer significa comenzar de nuevo, es encontrar la posibilidad de tener una página en blanco en donde debes escribir tu vida, sin mirar recordar el ayer o no para cometer los mismo errores.

 Poco a poco el ayer dejó de molestarme. Qué pasó, no sé. Apenas es que me estoy dando cuenta que estoy creciendo, tal vez madurando o simplemente viviendo.

  Ayer tuve mi primer amor, logré vivir cosas lindas y otras quizás no tanto. También entendí que no era amor, sino una ilusión, algo lindo pero efímero, algo dulce y amargo. Algo que en  ocasiones me llegaba a molestarme. Hoy ya no me lastima, solo me condiciona.

 Ayer comprendí, que muchas veces la familia es solo eso, familia, también que muchas personas pueden llegar a tener un espacio más relevante en tu corazón que muchos de los que se hacen llamar familia. Ayer dejó de importarme el qué dirán, hoy me importa más lo que haré.

 Ayer la muerte dejó de asustarme, hoy sé que es lo más seguro que tenemos los que seguimos con vida. Sí, ahora tengo menos miedo a cosas que son realmente inevitables, como morirse o dejar de importarle a esa persona  a la cual un día le diste un lugar especial en tu corazón. Cosas así, que muchos nos pasamos toda la vida buscándoles respuestas y nos olvidados de vivir.

 Ayer dejé de tener un orgullo tan indiferente, tal vez entendí que no todo es como parece o como uno quiere que sea. Las cosas tienen sus formas, colores y sabores.  Aprender y saber  que tenemos un momento,  quizás un ratico de hacer las cosas que queremos y simplemente no lo hacemos por temores.

 Ayer decidí apartarme de personas a las cuales llegué a darle más de lo que podía, solo comprendí que el dar no significa que vas a recibir. Tal vez sucede todo lo contrario. Quizás ese dicho coloquial “mientras mejor te portas, más mal te pagan”, hoy ya tenga un poco más de sentido.

 Ayer conocí al amor de mi vida, solo comprendí que siempre ha estado ahí para mi, desde que nací, siempre supo que era yo su amor eterno. Hoy sé que ella será el amor más bonito, sano e incondicional que jamás se igualará a otros.

 Ayer desperté siendo más ignorante. Sí, hay tantas cosas que no sé y que por más que investigue  van a seguir llegando más interrogantes, para motivarnos a seguir buscando más. Es como correr detrás de la ignorancia.

  Ayer creí saber que era lo que quería para hoy.
 Hoy sé que ayer solo fui más ambicioso que realista.

Ayer pensé que crecer me haría independiente de mis padres, me haría menos sentimental y apegado a ellos. Hoy sé que mientras continúe creciendo, más necesito de mis padres, de sus palabras, abrazos y consejos.

 Ayer confundí a muchas personas, sus intensiones. Hoy sé que no todo es lo que parece, que no siempre el que te tiende la mano es para levantarte, posiblemente solo quieren regocijarse.

 Ayer esperé mucho de personas que creí importarles. Hoy sé que es mejor no esperar nada de nadie. De seguro así se vive mejor.

  Ayer no tenía tantos problemas. De niño la vida suele ser más vivida, más llena de colores y sonrisas. Hoy sé que mi apuro en crecer me está llevando a desear cada vez más en volver a ser niño y conseguir así olvidarme por un momento de tantas preocupaciones.

 Hoy era el ayer que tanto me preocupó.
Hoy sé que vivir es lo más importante de todo, preocuparse no es lo importante o no más que  ocuparse.

 Vivir sin que el ayer nos lastime representa una oportunidad de encontrar la felicidad.

Neptalí Colina. 


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