Nuestro país vive una situación sumamente complicada. Sin caer en pesimismos, es una realidad que Venezuela ha sido llevada a una metástasis sin precedentes y que el fin de este cáncer se acerca. Los síntomas así lo indican, el sistema de gobierno está infectado por el totalitarismo y el problema se diseminó como el propio virus. Las bases están dadas, Chávez hizo bien su trabajo en crearlas. Se inoculó el daño y con el pasar del tiempo, la enfermedad ha hecho estragos en todo el sistema social.
Sin embargo, es precisamente un elemento constitutivo del sistema totalitario la incertidumbre y la sensación de no certeza, por lo que determinar si es autoritarismo, totalitarismo e incluso una corporación trasnacional, la forma de gobierno que tenemos, es complejo. Pero no hay duda que nuestro sistema democrático está enfermo, y que hay infecciones ocultas. Que el chavismo y la oposición por 20 años han jugado con la salud de la democracia. Por ende, es necesario y urgente, mostrar las heces del sistema. Hay que hacer una colostomía.
Una colostomía es una cirugía en la que se une un extremo del intestino grueso con una abertura en la barriga y como consecuencia, la heces fecales ve la luz por otra vía y de esta forma, imposible ocultarla. Los responsables del desastre y de este cancerígeno gobierno deben pagar por sus delitos, incluyendo a los que han sido perfectamente acomodaticios y cómplices por parte del sector opositor.
Basta de ocultar los problemas del venezolano es unos cuantos temas politiqueros, porque el hambre está allí, en cada región matando niños. Los problemas con el agua potable, la luz eléctrica, la espiral inflacionaria y el sistema sanitario están a la orden del día, pero pareciera ser que estos conflictos, son agenda trasera, anal. Luego, es ineludible que salga la miérda a la vista, desde los politiqueros de oficio hasta las miserias de mi tierra. Sólo diagnosticando el cáncer, lo podremos atacar.
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