No son presidentes ni diputados ni grupos fanáticos partidistas los que
deberían enfrentarse a un conflicto que remueve los sentimientos de millones de
personas.
Hay paradas que
deberían quitarse de los mapas. Las carreteras no deberían llevar hacia ese
destino, porque tampoco esa parada
debería haberse edificado. Sobran los carteles que la indican, la catástrofe
que la advierte, las líneas que amenazan la entrada de ciudadanos hacia ese
destino, a veces se hace imperdible para muchos; la puerta de salida en la mayoría de las veces tiene un único
precio, la sangre. En esta parada hasta los que buscan “algo mejor” sobran.
Porque si bien en esta parada del
fracaso, hay quienes también se acomodan en ella, esos que se conocen
frecuentemente como conformistas.
Se puede discutir acerca
de las decisiones de algunos políticos “independentistas” que han emprendido,
subiéndose en autobús con el único destino
de fracaso, no de él sino del de
millones de ciudadanos, sin posibilidad de cambios de rumbo ni de guías. Igualmente
se puede identificar el papel de cada uno de los pasajeros (ciudadanos), así sean diputados, gobernadores o ciudadanos comunes como cualquiera. Incluso así este guarde consigo las mejores intenciones. ¿Un deseo? ¿Un trabajo? ¿Una
escapatoria? Pero lo que no debería haber sucedido nunca es que en una
parada llamada democracia se sustituyera por el de la tiranía, esa que supone un fin
último el fracaso y la dictadura.
Por eso, hoy más que nunca debemos ser
nosotros los venezolanos los que decimos donde hacer nuestra parada, porque
como dije anteriormente no son presidentes ni diputados ni un par de grupos fanáticos partidistas
los que deberían enfrentarse a un conflicto que remueve los sentimientos de
millones de personas. No deberían ser los cargos los que reemplazaran el diálogo en
Venezuela, las conversaciones y las obligaciones que corresponden a los
políticos. Para eso los elegimos a través de nuestros votos, para eso se
suponen que son nuestros representantes.
Existen paradas que no
son lugares de momento. Que no son buenos ni para estar de ratos. Que no
son para circular ni por distracción. Son, claramente, parada de
fracaso, como esa que hoy a muchas personas les parece ser un simple acto
de resistencia, la constituyente, es más que eso y puede esconder los más
terribles escenarios para Venezuela, que hasta la fecha cuenta con una de las constituciones
más bellas del mundo.
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