Mario López
“¡Venezuela
no tiene alimentos en los anaqueles!, ¡Los remedios no se consiguen!,
¡Definitivamente esto se lo llevo quien lo trajo!”, expresiones como estas
(y muchas más) escucho constantemente mientras
voy a la universidad, viajo en el metro o en la camionetica, mientras hablo con
mis compañeros de clase y familia, y claro no puede faltar escucharlas mientras
hago mi respectiva cola para comprar el pan de todos los días o algún producto
de la cesta básica; pero más allá de escucharlas, e incluso decirlas,
últimamente he pensado en ¿Quiénes son los más afectados? ¿Quiénes sufren en
“carne viva” la situación del país?, y tenemos las respuestas frente a nuestras
propias narices: NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS.
Me
impacto profundamente el caso del niño, de tan solo año y medio, encontrado el pasado Domingo en Puerto Ordaz
abandonado, sobre una caja y presentando un complejo cuadro de desnutrición,
aunado a ello con parálisis cerebral. No tocaré el tema de los “padres” del infante (llamado “Jesús Domingo” por las familias del Hospital en donde se
encuentra), ni tampoco de la conciencia
humana y caritativa de los vecinos y policías de la zona en donde lo hallaron
(que por cierto queda poca, y es lo que en realidad está destruyendo al país),
sino mas bien, de la repercusión de lo que está pasando en mi amada Venezuela,
que ataca sin compasión a los más pequeños y desprotegidos. “Jesús Domingo” tal
vez no llegue a cumplir si quiera los 5 años por culpa de un sistema que no se
cansa de culpar a terceros, en vez de tomar las responsabilidades de sus
errores. Este niño es producto de la falta de alimentos y escasez que azota al
país, tal vez sus padres lo abandonaron porque no tenían como criarlo ni
alimentarlo, y bajo su ignorancia creyeron que la mejor solución era
abandonarlo con la esperanza de que alguien lo encontrara y tuviera en “mejor
futuro” (no con esto los estoy justificando). Pero ¿en realidad existe un
“mejor futuro” o un “futuro esperanzador” para estos niños?, porque sí, estoy
seguro que este no es el único caso del país.
Otro
producto de la “situación país” son los niños en situación de calle, que
últimamente se han hecho más abundantes en las calles, avenidas, centros
comerciales y pare usted de contar, pidiendo comida o dinero para alimentarse.
Esta semana mientras estaba en mi respectiva cola para comprar el pan regulado
cerca de la residencia en donde vivo en la Capital, observo con detenimiento a
un par de niños (un varón y una hembra) de aproximadamente 6 o 7 años de edad, que enseguida identifique como “niños de la
calle” por sus ropas sucias y rotas, pero lo que más marcó y dolió fueron sus
actitudes completamente fuera de su edad, se comportaban como personas adultas
que estaban haciendo su cola para poder “comer” (tal vez su único alimento del
día), y su comportamiento no era el más “estilizado” o de “clase”, habían
aprendido que para poder sobrevivir y adaptarse a este país debían de
comportarse de la manera más “malandrizada” posible. El corazón se me arrugo
enseguida en tan solo ver sus caras llenas de niñez e inocencia, y pensar que
estos pequeños nunca tuvieron o tendrán una infancia “normal” o “común”, como
por suerte la tuve yo y muchos otros, que tal vez no asistan a la escuela o no tengan
juguetes con los cuales ser creativos e imaginar su propio mundo de fantasía,
que en lugar de estar viendo una comiquita por la tv o pintar por largas horas,
están subsistiendo y resistiendo esta Venezuela del “siglo XXI”, que tal vez en
un futuro no muy lejano, aquel par de niños cambien sus rostros de inocencia
por un arma entre las manos para cometer robos, porque lamentablemente tienen
que seguir sobreviviendo y adaptándose a “su” medio.
Mientras
todo esto pasa en las ajetreadas calles de mi amada Venezuela, nuestros
ineficaces “líderes políticos” siguen buscando a los responsables de la “guerra
económica” o de la corrupción, los de la derecha acusan a los de la izquierda,
y los oficialistas culpan a los opositores. Maduro culpa al presidente de la
Polar por los alimentos, a la MUD por intento de golpe y manipulación del
pueblo, y al imperio por querer tomar el mandato del país, por otro lado la
oposición culpa al gobierno hasta porque llovió con sol y se mojaron (que por cierto, a estas alturas no ha hecho
nada desde que llego a la asamblea nacional más que pelear y discutir sin
buscar solución alguna, mi opinión sincera), porque a decir verdad ambos polos
buscan tener solo el poder para ellos, olvidándose del pueblo, y por obvias
razones sin siquiera pensar en los niños.
Creo
que el “revocatorio” que necesitamos va más allá de sacar a Maduro de la
presidencia o tumbar por fin esta dictadura, que nuestra solución no es solo
“ser” la mayoría en la asamblea o que ganemos las elecciones de gobernadores y
alcaldes, creo que empezaremos a mejorar como sociedad, como estado y como país
cuando dejemos de buscar al culpable y nos hagamos cargo nosotros mismos,
cuando sobre toda necesidad pongamos primero a nuestros niños (sobre todo los
que más lo necesitan) porque a final de cuentas ellos son “el futuro del país”.
Cuando dejen de pelear unos con otros y empiecen a responder por los alimentos
(no solo con bolsas “CLAP”), por los remedios, por las necesidades del
venezolano y por estos niños, empezaré a
creer en cualquiera de los dos modelos políticos de mi país, mientras tanto
seguiré viendo a cientos de “Jesús Domingo” y millones de niños que dejaron a
un lado su niñez para sobrevivir, impotente sin poder hacer nada, porque no
tengo el “poder” que algunos si tienen y no saben cómo manejarlo.
“Un poco de Misericordia hace el mundo menos frío y más justo”
-Papa Francisco-
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